Los Andes, en su suplemento de Economía del domingo 13 de septiembre del 2009 se ha ocupado, en una detallada nota, de la cuantía y el destino de los subsidios que distribuye el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios; más sencillamente, uno de los zares de la economía argentina, el señor Julio De Vido, quien ocupa dicho cargo desde el 25 de mayo del 2003, cuando se inició la era Kirchner a nivel nacional, dado que había acompañado al señor Néstor Kirchner en el gobierno de Santa Cruz.
Resulta conveniente realizar algunas consideraciones sobre la naturaleza de los subsidios en la vida económica y social, sus consecuencias en ellas y también sobre la relación con el ejercicio del poder político.
El subsidio se define como una ayuda económica que se concede de manera oficial a una persona o entidad. Es un pago que realiza el Gobierno a cambio del cual no recibe bienes ni servicios; es una transferencia unilateral que en todos los casos decide el Gobierno.
Existen numerosas formas de subsidio (pueden ser en dinero o en especie) a nivel nacional, provincial o municipal. Los ejemplos abundan, todos los programas de asistencia social de cualquier organismo público son subsidios, las jubilaciones a las amas de casa que no efectuaron contribuciones son subsidios.
Lo mismo ocurre cuando, frente a ciertos siniestros naturales, los municipios entregan materiales diversos para que las personas puedan reconstruir los hogares. Los seguros de desempleo, los reintegros a las exportaciones, también lo son. Este tipo de aportes gratuitos del Estado a las familias o a ciertas empresas siempre los ha habido, en medida diversa, en todo tipo de gobierno.
En el caso analizado en la nota citada, se trata de una situación distinta y característica de la política económica vigente desde la devaluación y derogación de la convertibilidad de enero del 2002.
Se refiere a los subsidios otorgados a las empresas proveedoras de ciertos servicios públicos, como transporte ferroviario y automotor de personas, provisión de energía eléctrica, gas, agua potable.
Deberían agregarse muchos otros como los otorgados a diversas empresas deficitarias en manos del Estado, como Aerolíneas Argentinas, o los que se otorgan a la producción de carnes y leche, por caso.
La situación de los servicios públicos fue motivada por la destrucción de los contratos vigentes desde las privatizaciones que, en razón de la existencia de la convertibilidad, precios y tarifas estaban establecidos prácticamente en dólares.
Luego de una devaluación de más del 200% era imposible trasladarla a los precios de los servicios sin provocar un caos social. Entonces, el Gobierno congeló precios y tarifas y, con el tiempo, comenzó a compensar a las empresas por las pérdidas ocasionadas.
Es decir que, en todos estos casos, el objetivo es evitar que los consumidores paguen los verdaderos costos de los bienes servicios, los consumidores pagan menos y la diferencia la aporta el fisco con los impuestos que recauda. Estos subsidios son “visibles”, al menos figuran en los presupuestos.
Hay otros menos visibles, están “escondidos” en el sistema de tarifas como es el caso del agua en Mendoza donde, como no se paga por lo efectivamente consumido sino en función de una valuación de los inmuebles, unos pagan mucho más que el costo de lo que consumen y otros pagan mucho menos. En estos casos el subsidio es de unos consumidores a otros, no lo pagan los contribuyentes.
Hay diversos modos de analizar el problema. Hay aspectos que son ineludibles recordar y dejar en claro y uno de ellos es que siempre se trata de instrumentos transitorios, para casos especiales de desequilibrios económicos. No puede haber un subsidio permanente. El subsidio distorsiona la correcta asignación de los recursos económicos.
Si las familias o las empresas pagan por los bienes mucho menos que sus costos, lo que ha ocurrido estos años con la luz, el gas, el agua, los trenes en Buenos Aires, lógicamente consumen más de lo que deberían. Y del otro lado las empresas pendiente del subsidio no invierten y producen de lo que deberían producir. A la vista están la crisis energética o el deterioro de la red de agua y cloacas.
Pero hay algo mucho más grave en nuestro caso: la magnitud que han alcanzado decenas de miles de millones de pesos, la enorme inequidad entre regiones y sectores de la población, como se demostró en la nota de nuestro diario. El propio secretario de Transporte de la Nación acaba de decir que “la política de subsidios no es eficiente ni es federal”.
Un destacado empresario ha dicho también que “los subsidios terminan todos en corrupción”, eso es los que ocurre en la Argentina. La maraña, difícil de conocer, creada por la política de subsidios, es el núcleo duro de la mayor distorsión de la economía del país y la mayor red de corrupción dentro del propio Estado y de éste en su relación con las empresas.
Fuente : http://www.losandes.com.ar/notas/2009/9/25/editorial-447931.asp
Por otro lado, Las reglas del mercado a veces no parecen coincidir con el desempeño real de las empresas. Así lo ejemplifica el caso de Edenor, cuyas acciones alcanzaron este año una suba del 234 por ciento. Este mes, la firma se ha convertido junto a Edesur en una de las principales responsables del fastidio de los usuarios a raíz de la frecuencia de los cortes de luz en la Capital y Gran Buenos Aires.
El éxito de la compañía en la Bolsa de Buenos Aires responde a lasespeculaciones que hubo en torno a un incremento de las tarifas del suministro eléctrico. Luego de 10 años de precios congelados, los rumores de una mayor ganancia propiciaron un alza y recuperación de los títulos, que venían retrasados en su precio.
Si se las miden en moneda extranjera, las acciones de Edenor registraron un avance de 144,4% con una cotización del dólar libre de 10 pesos.
La distribuidora, inclusive, mantuvo sus rendimientos anuales pese a los coletazos que se hicieron eco de quejas por las interrupciones en el suministro eléctrico, que colapsó por las altas temperaturas del verano.
En un marco de tendencia bursátil alcista, Edenor fue una de las pocas firmas que retrocedieron al desplomarse casi un 40 por ciento durante diciembre. Además de las protestas protagonizadas por los usuarios afectados y sectores de la oposición, el desbarranco se vio impulsado por los dichos del jefe de Gabinete Jorge Capitanich, quien no descartó que el Estado se hiciera cargo de la prestación del servicio luego de la deficiente respuesta que brindó la empresa.
Fuente: http://www.infobae.com/2013/12/31/1534167-edenor-lidero-la-bolsa-2013-y-sus-acciones-treparon-al-234
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